El estado de cosas en el mundo
suele ser según quiere un judío,
a saber: usurero, cainíta y letal.
De ahí que cualquier humana expectativa
esté condenada, de antemano, al fracaso.
Esa raza semita, de honrosas excepciones,
va a ser el resultado de la involución del hombre
hacia la ameba, o peor,
hacia el borde de la escatología y el Armagedón.
R. de M. (3/3/2016)
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