el discurso de la verdad
se instala en las letrinas, de donde nunca debió evadirse.
Pues el cinismo en estado supino no duda en aplastar
con toneladas de muerte
a las míseras pedradas que desde la morgue esboza
la razón desheredada.
R. de M. (de: Cuaderno de la infamia. 2005-08)
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